De Esopo a Monterroso, es decir, desde los griegos hasta antes de ayer, las fábulas han sido siempre, con mayor o menor ironía, narraciones cortas de las que se extrae una enseñanza. La mayor parte, además, están escritas en verso y protagonizadas por animales en los que se proyectan los vicios y virtudes de los seres humanos. Así son las de Félix María Samaniego (1745-1801) y Tomás de Iriarte (1750-1791), los campeones hispánicos de la moraleja. Fieles al didactismo ilustrado del siglo XVIII, uno y otro escribieron, por separado, historias como las de la cigarra y la hormiga; la lechera; la zorra y las uvas; la gallina de los huevos de oro; el burro flautista o la mona vestida de seda. Sabiduría rimada en comprimidos para un zoológico didáctico.
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Fábulas, de Iriarte y Samaniego, podrá adquirirse el martes, por 1 euro, al comprar EL PAÍS.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de abril de 2005