Ésta es la ONE que queremos: imaginativa, decidida, plena de entrega, repleta de ilusión. La idea de traer a Paul McCreesh con su coro Gabrielli Consort y unos cuantos de los Gabrielli Players era, en principio, arriesgada, pero, a la vista de los resultados, bendito riesgo. La Athalia haendeliana de este fin de semana marcará un hito en la historia de una ONE a la que no le importó tocar sin vibrato, ceñirse a la articulación y a la técnica barroca, meterse entre pecho y espalda una obra que jamás estuvo en su repertorio, atender con devoción a las órdenes de un director que bailaba con ella.
Claro está, no siempre estará McCreesh, ni el coro del Gabrielli, que es, simplemente, una maravilla, ni un grupo de solistas como estos, con Dominique Labelle y Mhairi Lawson, poderío y sensibilidad, o con un Michel Chance que empezó algo apagado y se vino arriba hasta el arrebato, o con un tiple que no desafinaba. Pero qué ilusión. Tanto se vivió la música que acabamos viendo una versión semiescenificada, como si el oratorio se convirtiera en ópera. Y a su altura una orquesta transfigurada, con un trabajo sensacional.
Orquesta Nacional de España
Gabrielli Consort and Players. Labelle, Lawson, Williams, Chance, Agnew, Harvey. Director: Paul McCreesh. Haendel: Athalia. Auditorio Nacional. Madrid, 15 de abril.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de abril de 2005