Esta carta no incide en las cuestiones relativas a la deontología profesional del personal sanitario del hospital Severo Ochoa, sino más bien trata de aquello que no se está hablando y que, a nuestro juicio, puede formar parte esencial de la génesis de este gravísimo problema.
Es oportuno considerar los recursos hospitalarios de que dispone la ciudadanía de la Comunidad de Madrid, tanto en el sector público como en el privado. Si nos centramos en las estadísticas europeas sobre el número de camas hospitalarias, España se sitúa en los últimos lugares, con una ratio de camas por habitante de 4,1 por 1.000, siendo la media europea 7,8 por 1.000. En el caso de la Comunidad de Madrid se llegó a alcanzar la cifra de 4,6 por 1.000 en el año 1997 y ha ido decreciendo paulatinamente hasta las 3,3 camas por 1.000 habitantes actuales.
Si estas cifras son pobres en términos relativos respecto a los valores medios de los países desarrollados, en el área sanitaria a la que pertenece el hospital Severo Ochoa esta relación baja hasta el 1,7 por 1.000, más propio de naciones en vías de desarrollo, como lo testifica el informe que ofrece la Organización Panamericana de la Salud.
Una de las consecuencias de tan baja dotación hospitalaria es la gran actividad que soportan las urgencias del citado hospital y que, según los últimos datos proporcionados por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid (¡del año 1996!), eran 117.000 ingresos, es decir, cada 3 minutos había que atender a una persona en urgencias en este hospital.
Desde el año 1996 hasta hoy, el número de camas en la Comunidad de Madrid ha bajado de 22.260 a 20.060, entre la sanidad pública y la privada. Y todo ello con una población en crecimiento. Si queremos llegar a una dotación hospitalaria no tan ambiciosa como la media europea (de 7,8 por 1.000), sino sólo de 5 por 1.000, la Comunidad de Madrid debe disponer de 30.000 camas hospitalarias para atender a una población que ronda los 6 millones de habitantes.
El gran desafío de los próximos años será dotar a la sanidad madrileña de 10.000 camas hospitalarias más. Si esto no se acomete, ¿quién nos garantizará que episodios semejantes no se vuelvan a repetir.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de abril de 2005