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Crítica:FOLK | Rodopis

Búlgaros en el rompeolas

Llegaron desde Bulgaria, pero se conocieron tocando en los pasillos del metro de Madrid. Ahora compaginan trabajos más o menos prosaicos (cuatro de ellos ejercen de taxistas) con su pasión por la música tradicional de su país y demás territorios balcánicos. Son búlgaros en el rompeolas, media docena de buenos músicos de conservatorio que se han dejado contaminar -saludablemente- por el espíritu híbrido y bastardo que palpita en la gran ciudad.

Rodopis había debutado con un disco homónimo (2001) en una de tantas pequeñas discográficas fulminadas por la crisis. Con la incorporación de un batería, su nuevo repertorio aspira ahora a ser mucho más mestizo. Así, acercan a los fascinantes compases quebrados de su tradición desde un tango de Gardel (Tango 9/8) al pasodoble (Dos cotillas), los aromas latinos de Rakia y hasta el pálpito jazzístico de Balcan swing. Se les va la mano cuando se zambullen en la pachanga discotequera, y las piezas más desnudas, con los teclados rellenándolo todo, pecan de cierta ñoñería. Pero hay músculo, fuerza y buenas voces (Domachine) en estos seis jóvenes esperanzados con que los escenarios les concedan, por fin, una buena oportunidad.

Rodopis

Ivailo Hristov (clarinete), Atanas Hristov (acordeón), Plamen Ivanov (gaita búlgara), Petre Steyanov (kaval), Kantcho Dintchev (teclado y voz), Krastyo Metodiev (batería). Sala Clamores. Madrid, 19 de abril.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de abril de 2005