José María Aznar, ex presidente del Gobierno, se incorporó ayer como consejero nato vitalicio al Consejo de Estado, máximo órgano consultivo del Ejecutivo. En un breve discurso, dio las gracias por el "honor de ingresar en el Consejo" y resumió en pocas frases sus pretensiones.
"Mi deseo es que, por encima de las orientaciones políticas de cada Gobierno, prevalezca la unidad histórica de España y la convivencia en libertad, cuestiones ambas que, desde hace no tanto, sólo 26 años, están reflejadas en la Constitución de todos". Con ese "deseo", aseguró que su "voluntad" como miembro del Consejo será dar su "opinión en los asuntos que se estudian e intentar que con ellos se cumpla la Constitución y las normas del Estado de derecho".
El asunto clave que verá el Consejo en esta legislatura es la reforma de la Constitución. Como adelanto de su posición, Aznar afirmó que él quiere dar su opinión en el Consejo "al servicio de la nación española, cuyos ciudadanos unidos son los titulares de la única soberanía que reconocemos". Es decir, anunció con una frase que se opondrá a que ninguna comunidad autónoma sea llamada "nación", como propone el borrador del PSC para el Estatuto de Cataluña, y a que haya un sujeto de soberanía en España distinto al del conjunto de los ciudadanos españoles, como plantea el plan Ibarretxe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de abril de 2005