Recuerdo bien aquella primavera de 1987 cuando cursaba mis estudios graduados de literatura española en Madrid.
Me tocó leer dos novelas que -a mi parecer- no pudieron haber sido más dispares: El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha y El Jarama, la novela cuyo autor ha sido galardonado esta semana con el premio nombrado por el autor de la primera.
Tal vez me toque leer nuevamente El Jarama para ver si la madurez me ha borrado las ideas juveniles. ¡Enhorabuena, don Rafael.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de abril de 2005