Soy un nuevo vecino de un barrio nuevo de Parla llamado el Leguario Norte, barrio cuyo diseño de viales resulta surrealista y esperpéntico digno de los años del desarrollismo y a todas luces incomprensible.
A la extrema estrechez de las aceras se une la ubicación de árboles en mitad de las mismas, con lo que resulta imposible el tránsito por ellas, a modo de verdaderas barreras arquitectónicas.
Los árboles del barrio están totalmente descuidados y así están torcidos, desmochados y constituyen verdaderos obstáculos en las ya de por sí estrechísimas aceras que impiden que quepan dos personas en paralelo, son trampas para ancianos y personas de reducida movilidad, e inciden sobremanera en la calidad de vida de los que allí habitamos.
Además de que el barrio entero es una escombrera ilegal y las ratas campan a sus anchas ante el abandono municipal de toda clase de vigilancia y servicios.
Realmente indignante por parte del Ayuntamiento de Parla el haber contratado y auspiciado semejante disparate. Ni el peor alumno de Arquitectura sería capaz de llevar a cabo este urbanismo irracional y tercermundista, pero en Parla todo lo negativo es posible, de casta le viene al galgo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de abril de 2005