He leído que el obispo de Castellón, Reig Pla, instó a los funcionarios a la desobediencia civil, siguiendo la disciplina del Vaticano. También el arzobispo de Barcelona, Carles, fue aún más lejos: Obedecer a la ley antes que a la conciencia en esta cuestión, lleva a "Auschwitz".
¿A qué clase de conciencia se refiere, a la conciencia humana o a la conciencia computacional, que de forma teledirigida dictan los guardianes de la fe dogmáticamente desde los tiempos de Giordano Bruno y Galio Galilei? ¿Qué tipo de conciencia es ésa, que rechaza los anticonceptivos y es insensible al dolor y a la muerte de millones de niños en las zonas más deprimidas de la tierras? ¿Tiene sentido negar sus derechos a personas que desean relacionarse entre sí, como los gays y lesbianas, mientras miembros de la misma iglesia cometen abusos sexuales con menores de distinto género, como lo han demostrado la multitud de religiosos demandados en EEUU, y que las autoridades religiosas silencian?
Como decía Manuel Azaña en 1932, cuando la República deseaba ampliar las libertades democráticas, a lo que siempre se opuso la iglesia: Aporía: "¿Merece respeto la libertad de los enemigos de la libertad?". Y sentencia: "No hay libertad contra la libertad, ésta es la esencia de nuestra política". Como ha dicho el ministro de justicia, no cabe alegar objeción de conciencia para aplicar leyes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de abril de 2005