El viernes 22 de abril fui a recoger mi dorsal para correr la maratón de Madrid con otras dos corredoras. A los hombres les daban una estupenda camiseta, y a las mujeres, un bolso rosa que no tenía ninguna utilidad para la carrera. Fuimos al representante de Mapoma (club que organiza la maratón) y le pedimos una camiseta en lugar del bolso. Muy airado nos dijo que a las mujeres nos tocaba bolso, que tenía 13.000 camisetas para los 13.000 corredores (a nosotras no debió considerarnos corredoras) y que si no queríamos el bolso no había nada y que hiciéramos una reclamación.
Afortunadamente, en el stand de Mapoma nos atendió una chica mucho más razonable que nos cambió el bolsito en cuestión por una camiseta, eso sí, de hombre y talla grande. De mujer no había nada.
Parece mentira que en el siglo XXI y en plena política de paridad pasen estas cosas. Espero que el año que viene en Mapoma haya alguien que tenga en cuenta que las mujeres también corremos maratones y encarguen camisetas para nosotras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de abril de 2005