Durante varios meses el edificio de Génova 27, al lado de la plaza de Colón, centro de Madrid, ha sido objeto de una remodelación. Desde nuestros despachos, enfrente de este edificio, hemos visto situaciones de peligrosidad que en el día de hoy han llegado, a lo que creemos, con mis compañeros de oficina, al límite.
Hemos bajado a hablar con una persona que se identificó como "perteneciente a la propiedad" del edificio que prometió tomar medidas sin resultado ninguno. Pero lo más increíble es que hemos intentado hacer una denuncia telefónica a la Inspección de Trabajo provincial y a la Policía Municipal, sin ningún éxito. Además de que nos han tenido de teléfono en teléfono, en Inspección no aceptan denuncias telefónicas y la policía nos dice que no es de su competencia.
Espero que no les pase nada a estos obreros, aunque su irresponsabilidad es evidente, pero parece obvio que los mecanismos de protección por parte de las autoridades parecería que tienen un agujero. No es de asombrar que no se logre bajar los índices de siniestralidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de abril de 2005