Las lluvias que la primavera llevó a Galicia en las últimas semanas han aliviado la situación en la comunidad, que había vivido el invierno más seco que se recuerda.
De hecho, comparativamente, los suelos se mantienen muy húmedos o saturados solamente en la comunidad gallega y en la franja cántabro-pirenaica por las precipitaciones registradas en esas áreas en la segunda mitad de marzo y a lo largo de este mes de abril.
Pero algunas zonas siguen técnicamente bajo los efectos de la sequía, ya que el agua caída desde noviembre ha sido la mitad del promedio habitual en este periodo.
El sur de Pontevedra y algunas comarcas de A Coruña, como los alrededores de Santiago de Compostela y la Costa da Morte, son los lugares que están más necesitados de agua.
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Con todo, la Xunta de Galicia garantiza que no habrá problemas de suministro aun en el caso de que las lluvias vuelvan a escasear hasta el verano.
La capacidad de los embalses está por encima del 80% después de las precauciones tomadas a principio de año, cuando la persistencia de la sequía hizo saltar la alarma.
El Gobierno gallego también ha puesto en marcha un plan urgente de obras hidráulicas para reforzar la infraestructura en las zonas que podrían estar en riesgo cuando llegue el verano.
La situación ha mejorado desde mediados de marzo, ya que en las últimas semanas ha llovido más que durante todo el invierno. Pero el verano ya empieza a asomar, y ayer las temperaturas alcanzaron los 28 grados en Ourense.
Los datos manejados por el Instituto Nacional de Meteorología (INM) fijan el suroeste de Galicia, junto a amplias zonas del oeste y centro peninsular y también del nordeste, en concreto en Extremadura, oeste de Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, así como en parte de Aragón y de Cataluña, como las más afectadas por la sequía en los últimos meses.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de mayo de 2005