Un equipo combinado de especialistas del hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba comenzará este mes un estudio centrado en la regeneración a través de células madre adultas del corazón dañado tras un infarto. El experimento, que se realizará sobre 50 pacientes, está abalado por un artículo publicado en el último número de la Revista Española de Cardiología, en el que se constata que es posible movilizar las células madre, que regeneran los tejidos dañados, hacia la zona afectada por el infarto.
Cuando a una estrella de mar se le amputa un apéndice, el propio organismo de este equinodermo consigue sustituirlo. El ser humano conserva alguna reminiscencia de este proceso regenerativo. Nuestro organismo no puede volver a hacer nacer un dedo amputado, pero sí es capaz de regenerar, por ejemplo, un hígado. El problema surge cuando las células que componen el órgano dañado están muy especializadas, como es el caso del corazón. El cuerpo humano no es capaz de recuperarlo solo.
Sin embargo, tras un infarto de miocardio, el propio organismo moviliza en la sangre algunas células reparadoras: las células madre adultas, que están localizadas, fundamentalmente, en la médula. Pero esta movilización no es suficiente para conseguir reparar el corazón dañado. El equipo del Reina Sofía de Córdoba encabezado por los doctores Antonio Torres Gómez y José Suárez de Lezo está investigando cómo lograr desplazar el suficiente número de células primitivas para que actúen en la zona afectada por el infarto en pacientes en fase aguda y crónica. "El objetivo es conseguir regenerar ese órgano", sostuvo ayer Torres.
De momento, ya han dado un primer paso. Han realizado un estudio en 13 pacientes que ha sido recogido en el número de marzo de 2005 de la Revista Española de Cardiología. La conclusión principal es que es posible "la movilización de células madre" hacia la zona afectada. Para lograr este desplazamiento inyectaron en los pacientes el factor movilizador de colonias granulocíticas G-CSE.
Después de este primer trabajo, los especialistas del centro cordobés, esperanzados, seguirán en la misma línea de investigación, que se desarrollará durante los próximos diez años. Tratarán a 50 pacientes cuyos casos sean graves y claros, es decir, que no estén enmascarados. Además de inyectar el factor movilizador, extraerán de la médula de los sujetos células madre que luego desplazarán a la zona afectada por el infarto.
Torres abogó ayer por "utilizar la imaginación, siempre dentro de los límites de la ética médica, para mejorar la vida de los pacientes" afectados por las secuelas que deja, por ejemplo, un infarto de miocardio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de mayo de 2005