El sábado 30 de abril tuve ocasión de contemplar cómo el señor alcalde de Almuñécar, nuestro representante, desde una televisión local pagada por todos los ciudadanos, achacaba a un humilde grupo de labradores entre los que tengo el honor de incluirme, todos los males de este pueblo así como de oponernos al "progreso", representado evidentemente por el señor alcalde y su nuevo Plan de Ordenación Urbano.
Señor alcalde, no quiero ahora hablar de mi pasado, tampoco del suyo, y ni tan siquiera de su presente. Quisiera que hablara del futuro que temo que esté preparando para nuestros hijos y nietos: de por qué en su noticiario no se dieron datos concretos sobre la verdadera incidencia del PGOU en el destrozo de los recursos naturales que durante siglos han sido el sustento de esta ciudad; de qué tiene de bueno el modelo de desarrollo incontrolado que ha acabado con tantos pueblos del litoral mediterráneo. Quisiera que explicara qué tiene de malo la gallina de los huevos de oro de nuestra naturaleza y paisaje que pretende matar, o del motivo por el que pretende acabar con la riqueza que ya existe para ofrecernos su paraíso de cemento.
Señor alcalde, sigo a la espera de sus noticias. Espero que la próxima vez que lo vea en el informativo de su propiedad informe de lo que de verdad interesa a los ciudadanos. Espero que lo haga sin ese tonillo irritado e insultante que utiliza con los que nos oponemos desde la escasez de medios a su Plan. Señor alcalde, el demócrata se califica no por el número de partidos por el que ha pasado o al menos ocupado cargo, sino por el respeto con el que trata la opinión del adversario. Atentamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de mayo de 2005