Se equivocó el Zaragoza al desafiar al Athletic a jugar duro en San Mamés. Aguantó la primera mitad, pero Urzaiz, siempre con la caña a punto para pescar los balones que merodean por el área, y Lacruz, con un gol de pícaro, se lo aclararon. El Athletic se aferra a la opción de disputar la Copa de la UEFA y el Zaragoza se descuelga de la zona europea.
Más que fútbol, pareció ser un reto de hombría. Así se plantearon ambos conjuntos el partido y convirtieron el terreno de juego en una lona. No hubo lesionados porque las entradas, dentro de lo peligrosas, no llevaban intención alevosa. Los jugadores, pues, retiraron el pie a última hora para no hacer daño. Tampoco hubo gresca porque ambos jugaron a lo mismo. Lo hicieron al límite de lo legal. Y, en algunos casos, incluso de lo ilegal. Las entradas peligrosas de Ezquerro a Generelo, de Álvaro a Ezquerro, de Movilla a Tiko y de Luis García a Etxeberria representaron a la perfección el guión establecido.
ATHLETIC 2 - ZARAGOZA 0
Athletic: Aranzubia; Iraola, Prieto, Lacruz, Del Horno; Gurpegui, Orbaiz; Etxeberria (Murillo, m. 85), Tiko, Ezquerro (Yeste, m. 58); y Urzaiz (Llorente, m. 70).
Zaragoza: Luis García; Ponzio, Álvaro, Milito, Aranzabal; Cani (Galletti, m. 46), Movilla, Generelo (Óscar, m. 65), Zapater (Camacho, m. 84), Savio; y Villa.
Goles: 1-0. M. 53. Urzaiz remata a la escuadra un pase de la muerte de Etxeberria. 2-0. M. 83. Lacruz finaliza con un remate con la derecha un saque de falta sacado por Yeste y peinado por Etxeberria.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Mostró la cartulina amarilla a Luis García, Galletti, Poncio, Iraola y Orbaiz.
Unos 38.000 espectadores en San Mamés.
La tarjeta a Luis García muy bien pudo ser roja. Etxeberria, tras romper el fuera de juego gracias a su velocidad, se plantó mano a mano ante él, pero el balón llegaba alto, por encima de los hombros del extremo, y el portero, vendido como estaba, no se lo pensó dos veces y realizó una entrada de kárate. El colegiado, sin embargo, sólo le mostró la cartulina amarilla.
Pero no sólo fue protagonista Teixeira en esa jugada, sino que también anuló un gol a Ezquerro, que remató de forma impecable un centro de Etxeberria. Urzaiz salió del claro fuera de juego posicional en el que estaba, pero, a última hora y cuando el balón le había rebasado, se giró. Fuera de juego. El juez de línea levantó el banderín y Ezquerro se quedó a medias en su celebración, la de la motocicleta. También se quedaron a medias, y por dos veces, los aficionados del Zaragoza de cantar un gol. La primera fue cuando el medio centro Zapater, solo delante de la portería y ante un balón franco, llegado tras una buena intervención de Aranzubia ante el testarazo de Villa, envió el cuero a las nubes. En vez del empeine, Zapater puso el interior del pie. Pecó de ingenuidad, de no ser delantero. La segunda, cuando el colegiado, de nuevo, anuló un gol a Villa por entender una rigurosa falta del delantero sobre un defensor.
No existió ritmo de juego. Apenas algunos detalles de los jugadores con más calidad, como Iraola, Orbaiz y Etxeberria por el Athletic y de Savio, Cani y Villa por el Zaragoza. Por eso, porque nadie amaestró el balón y porque primó más anular las ofensivas rivales que la construcción de las propias, las faltas tácticas, los rebotes y la escasez de oportunidades estuvieron a la orden del día.
Se echaba en falta de salida a Yeste, ausencia que seguramente se explica porque Valverde le quiere a punto para el partido de la Copa del miércoles ante el Betis. Y Víctor Muñoz, en lo que ya viene siendo una constante, sentó al extremo Galletti, que es, junto a Savio, el único que sabe desbordar. San Mamés, sin duda, les añoró. Por lo menos, en la primera mitad, porque Galletti salió nada más comenzar la segunda parte y Yeste en la última media hora. Las circunstancias, sin embargo, no convidaron al argentino a practicar su fútbol. No así a Yeste, que, con el partido roto porque al Zaragoza no le valía el empate, volvió a dejar constancia, a pinceladas, de sus virtudes.
El Zaragoza, hasta el gol, fue más defensivo que nunca. No sólo porque alineó a tres medios centro, sino porque, precupado como estaba por el rendimiento que sacaba el Athletic a los balones aéreos, no fue raro ver a todos sus jugadores dentro del área cuando el rival sacaba un córner o alguna falta escorada. Lo pagó caro. Sobre todo, cuando el Athletic se decidió por practicar su fútbol, el de los balones a la banda para centrar al pico del área chica. Etxeberria plasmó la idea, el concepto. Recibió un pase preciso de Iraola, encaró con acierto a Aranzabal, al que le supera, y por mucho, a la hora de correr, para llegar a la línea de fondo y dar un pase de la muerte a Urzaiz. El delantero, como si celebrara su renovación, no falló y de un zapatazo sacó las telarañas a la escuadra. Y Lacruz, que buscó la espalda de los defensas cuando Yeste sacó una falta, remachó el partido, fundió al Zaragoza y, de paso, metió de lleno al Athletic en la lucha europea.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de mayo de 2005