La afición vitoriana apoyó al Tau hasta la última canasta de Luis Scola en la final de la Euroliga de baloncesto. No pudo ser, pero los seguidores baskonistas se aferraron a la esperanza y a los televisores en bares y domicilios alentando a su equipo como si estuviesen en la propia cancha en Moscú. Sufrieron, disfrutaron con la remontada y se resignaron con el resultado final. No faltaron algunas lágrimas porque hay pocas oportunidades de ganar una Euroliga. Los aficionados recibirán hoy como triunfadores al equipo subcampeón de Europa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de mayo de 2005