Por ser corso y vivir en Bilbao, el pasado lunes acudí con mucho interés a contemplar la exposición sobre la Europa de las Regiones instalada en el Arenal de Bilbao con motivo del Día de Europa y dediqué especial atención a los paneles sobre mi tierra, Córcega.
Lejos de la objetividad y exactitud de las informaciones esenciales en una democracia viva, me topé con unos carteles que, sin citar ninguna fuente, contenían elementos o bien falsos (afirmando que Córcega aún apuesta por la supresión de sus dos departamentos, cuando el tema está totalmente zanjado desde el referéndum de 2003) o bien ideológicamente muy orientados (sobre las proporciones de nacionalidades y etnias en Córcega, bastante alejadas de cualquier dato objetivo).
Lo falso, a lo mejor, puede deberse a informaciones no actualizadas, lo que denotaría falta de profesionalidad. Pero, a lo peor, y a la lectura del conjunto de los paneles me remito, parece más un intento de transformar Córcega en una especie de Euskadi del Mediterráneo, transponiendo sus problemas y aspiraciones locales.
Córcega no es Euskadi: tiene su propia historia y sus propios retos y no merece ser utilizada, como ninguna otra región, como herramienta de propaganda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de mayo de 2005