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Necrológica:

Raisa Struchkova, bailarina del teatro Bolshói

La primera bailarina y maestra Raisa Stepanovna Struchkova murió el pasado día 2 de mayo en Moscú a los 79 años.

Había nacido también en Moscú el 5 de octubre de 1925. Estudió con Elizabeta Gerdt y entró a formar parte del Ballet del Teatro Bolshói de Moscú en 1944. Ya en la temporada 1949-1950 hizo grandes papeles de protagonista y no se retiró hasta 1978, casi cuarenta años después de hacer sus primeras interpretaciones, con su especial talento para pasar del drama a la comedia.

Eran los tiempos en que reinaba sobre la escena moscovita Olga Lepechinskaia (de una generación anterior) y ése fue el molde estético sobre el que se formó, al igual que Maya Plisetskaia, de quien era estrictamente contemporánea. Ambas, Maya y Raisa, representaban los polos del estilo de Moscú, expansivo, heroico y rozando lo atlético-épico al danzar, pero con unas grandes dosis de intensidad teatral.

En 1937, siendo estudiante, protagonizó los ballets de estudios y ya en 1947 interpretó La Cenicienta, de Zajárov (de la que se hizo un memorable filme en 1960), y en 1949 El jinete de bronce, de Vainonen, que puso a prueba sus posibilidades.

Otros grandes papeles suyos del repertorio soviético fueron Romeo y Julieta, Llamas de París, La amapola roja, Laurencia y La flor de piedra, además de clásicos decimonónicos como El lago de los cisnes, Don Quijote, La bella durmiente, Giselle y Vanas precauciones, en versión de Gorski (título con que se baila en Rusia La fille mal gardée). Su Fuente de Bakjischarai en 1945 arrancó elogios de descubrimiento y en 1955 Lavroski pensó para ella Fadetta.

En los primeros viajes del ballet soviético a Occidente en plena guerra fría -a Nueva York, Londres y París-, Struchkova iba, con Plisetskaia, al frente de la tropa. Ya entonces, su versatilidad asombraba. Semiónova alabó su "sinceridad escénica", es decir, su arrojo. Y de ahí su estilo personal, que fraguó junto a su partenaire y marido, Alexander Lapauri (1926-1975). Juntos legaron todo un repertorio de hallazgos y grandes despliegues corporales, como en los legendarios Moszkowski Waltz, de Vainonen, y en las Aguas primaverales, de Messerer.

Lapauri y Struchkova aparecieron por última vez juntos en Dunaevski Waltz, un conmovedor dúo lleno de significados biográficos. Lapauri había creado para ella Cuento en el bosque y Lieutenant Kije, de Prokófiev, que se convirtieron en clásicos moscovitas muy amados por el público balletómano ruso.

Entre 1981 y 1995, Raisa puso en pie y dio cuerpo como redactora jefa a una muy seria revista de ballet: Sovietski Ballet, edición ahora rebautizada como Ballet Magazina. Desde 1962 dio clases en la Facultad de Coreografía de la Academia del Teatro, la más alta instancia de esta especialidad, y desde 1995 fue también su directora. Un filme la recuerda potente, altiva, segura y de un lirismo de acero y respiración: el solo Nocturne, de Jacobson.

Dos de los grandes especialistas del ballet ruso han opinado así de ella. Rosláeva la calificó como "una virtuosa desde el realismo", y Slonimski, como "una fuerza de la naturaleza que no conocía el miedo sobre sus puntas".

Como maestra, Struchkova dejó su sello especialmente en tres grandes artistas del Bolshói: Ekaterina Maximova, Nina Ananiashvili y Anastasio Goriachova, otros tres momentos importantes de las divas modernas del ballet.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de mayo de 2005