"Toda la ciudad es un gran botellón", han repetido en las últimas semanas la mayoría de los periódicos. Este podía ser el nuevo eslogan que el Ayuntamiento de Granada debería de aprobar para promocionar el turismo. También se podía utilizar para la candidatura para que la Unesco considere el centro histórico de Granada como patrimonio de la humanidad, ampliando así la denominación que tiene el barrio del Albayzin. Cuando los inspectores de este organismo internacional se animen a venir a Granada, una comitiva de autoridades locales debería pasearlos por la zona de la Plaza de Toros, el renovado parque del Triunfo o el Mirador de San Nicolás. Incluso por la zona de la Capilla Real. Se quedarían maravillados porque el eslogan hace honor a la verdad.
Es tremendamente contradictorio que una ciudad que pretende vivir del turismo y atraer a un turismo de calidad se permita espectáculos callejeros tan indecentes y bochornosos como los vividos en la fiesta de la primavera. Es una vergüenza para la imagen de esta ciudad y también para los miles de ciudadanos que vivimos aquí, que pagamos nuestros impuestos y que pretendemos vivir en una ciudad limpia y cívica. Como siempre, los políticos se echan las culpas unos a otros y se olvidan de nuevo de los ciudadanos que confiaron en ellos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de mayo de 2005