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Los problemas de una ciudad mediana

Las ciudades medianas confían en que el nuevo Estatut reconozca sus problemas.

Un ejemplo es Martorell. La ciudad se halla en el punto de paso casi obligado hacia cualquier parte desde Barcelona. Esto hace que su territorio sea ocupado, además de por los ríos Anoia y Llobregat, por grandes infraestructuras sobre las que no tiene capacidad de decisión: la autopista AP-7, la autovía A-2, la línea de alta velocidad y la convencional de Renfe y también la de Ferrocarrils de la Generalitat. Ninguna de ellas paga impuestos en la población, en algunos casos por expresa decisión de las otras administraciones.

Para colmo, Martorell ronda los 30.000 habitantes. Tiene necesidad de transporte intramunicipal, pero no recibe ningún tipo de subvención para ello, como ocurriría si alcanzara las 50.000 almas.

Hay servicios que dependen de la Administración autonómica, pero que gravan las arcas municipales. Por ejemplo, las escuelas. El mantenimiento corre a cargo del Ayuntamiento. Eventualmente, puede llegar una subvención del Departamento de Enseñanza, pero sólo cubrirá el 50% de los gastos. En el caso de las tres guarderías municipales, la aportación autonómica es ahora nula, aunque el tripartito ha prometido arreglarlo.

Luego están los servicios supramunicipales como la escuela de música. El Ayuntamiento la subvenciona en un 60%, pero más de la mitad de sus alumnos son de poblaciones vecinas que no realizan aportaciones.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de mayo de 2005