¿Qué está pasando en Ciegsa, la empresa pública dedicada a la construcción de colegios, que de un tiempo a esta parte es objeto de prácticas que bien pueden calificar de mafiosas sin temor a exageración alguna? Incendios provocados, según las investigaciones preliminares de la policía, que destruyen documentos; asaltos a sus oficinas de carácter claramente intimidatorio; despidos injustificados de trabajadores que implican advertencias a terceros; oscurantismo contable; arbitrarias adjudicaciones de contratos a profesionales que, de tan escandalosas como son, han merecido la protesta pública de los colegios de arquitectos valencianos; enfrentamientos internos entre los responsables de la empresa; amenazas veladas, unas, y otras no tanto; todo ello acompañado de un ruido persistente en torno a sobrecogedoras costumbres y un olor pestilente.
Cuesta pensar que tantas coincidencias sean casuales y la oposición, legítimamente, puede preguntarse si Ciegsa es tan sólo una empresa dedicada a la construcción de colegios o sirve para algo más.
La postura oficial del Consell, expresada ayer por su portavoz y ex consejero de Educación, Esteban González, se resume en un "y tu más" escupido a los socialistas. Triste argumentación con que defenderse de las imputaciones de la oposición. Y atrevida. El consejero, en lugar de mirar atrás, a los años en que algunos militantes del PSOE eran carne de banquillo, debería observar la actualidad; la más cercana e inmediata: Castellón, Alicante, Orihuela..., aconsejan prudencia y discreción, no sea que las cañas acaben por tornarse lanzas.
Ciegsa huele a podrido, valga el tópico. El Consell, singularmente el responsable de Educación, Alejandro Font de Mora, debería tomarse muy en serio lo que ocurre en esa empresa y facilitar la investigación que reclaman los socialistas y Esquerra Unida. Su silencio y ese obstinado hábito de mirar hacia otra parte cada vez que surgen los problemas no van a ayudarle a salir del trance. Ciegsa debe ser investigada y auditada. Ya.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de mayo de 2005