Perteneciente junto a Morti de Skizoo, Nacho Vegas, Shuarma de Elefantes y Enrique Bunbury a lo que podría denominarse la Hermandad del Texto o la Logia de los Caballeros del Exceso Escénico, Carlos Ann, como demostró de largo en la presentación en vivo en Madrid de su último disco, Descarado, es un artista inquieto, interesante, valiente e innovador. Lo suyo tiene un punto de glam, dos cucharadas de sentido del humor, la impagable belleza de la imperfección y, sobre todo, canciones muy bonitas.
Temas directos que se pueden bailar y en los que no se elude hablar de todo lo que sucede. Canta, por ejemplo, con ese estilo suyo tan desvaído, "quien justifica una guerra es un hijo de perra cabrón" (La infección); o "si los controlamos desde los 20 y los sedamos hasta los 40, no nos darán muchos dolores de cabeza" (El sistema te ha timado). Pero su espectáculo cobra más relieve en otro tipo de canciones más en contacto con las emociones cotidianas: por ejemplo, Chica underground; El verano se acabó, en la que invitó a acompañarle a Nacho Vegas; L'amour o Hada, éstas dos interpretadas con Bunbury. Un concierto excepcional, en fin, de un artista tan singular como necesario.
Carlos Ann
Carlos Ann (voz), Charly Chicago (teclados, bajo, guitarra y coros), Félix N. (batería), Kim Colmillo (guitarra) y José I. (guitarra española y bajo). Sala El Sol, Madrid, 20 de mayo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de mayo de 2005