Se quejaba, con razón, Ana Ramírez en esta misma sección de que casi nadie cede el asiento a las embarazadas en el metro. Quizás esta falta de respeto, por la que hemos pasado todas las madres, sea en el fondo para que te vayas preparando para lo que se te avecina cuando lleves un carrito o un bebé en brazos. Querida Ana, las miradas que esquivaron tu barriga a lo largo de los nueve meses de gestación harán lo mismo cuando te vean cargando en el vagón con tu retoño o haciendo malabarismos cuando subas las escaleras del metro con el carro, el nene y el bolso. ¡Bienvenida a la jungla.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de mayo de 2005