Los últimos tres años han sido difíciles para Portugal. La economía entró en recesión a finales de 2002, salió de las cifras rojas a principios de 2004 y volvió a la recesión a finales de ese año. El desempleo se ha duplicado desde 2001 y el país no logra controlar el déficit público, por lo que podría ser sancionado por Bruselas. El Ejecutivo del socialista José Sócrates, llegado al poder hace dos meses, prepara un plan de emergencia para cumplir con la UE.
Recesión, desempleo y un déficit público disparado que puede acarrear sanciones comunitarias por superar el déficit máximo del 3% del PIB. Portugal fue el primer país en superar ese techo cuando en 2001 presentó un déficit del 4,2% del PIB. El Gobierno luso, entonces encabezado por José Manuel Durão Barroso, actual presidente de la Comisión Europea, esquivó las sanciones de Bruselas presentando un programa de contención de gastos (congelamiento de la inversión pública, de nuevas admisiones en la Administración y de los salarios de los funcionarios) y con algunas medidas que permitieron un aumento inmediato de ingresos: la subida del IVA desde el 17% al 19%, por un lado, y la venta de patrimonio y perdones de tipos de interés de deudas fiscales, por otro, para conseguir ingresos extraordinarios.
El valor del déficit público
El gobernador del Banco de Portugal, Vitor Constancio, asumió en abril, a petición del nuevo Gobierno, el encargo de liderar un grupo de trabajo independiente para determinar el valor real del déficit público. Las conclusiones serán conocidas a inicios de la próxima semana. Según varias fuentes y analistas, la cifra deberá acercarse al 7% del PIB.
El Gobierno y el propio gobernador del banco central portugués llevan varios días preparando el terreno para revelar a la opinión pública la dimensión del problema presupuestario. La idea es no ocultar la necesidad de "medidas necesariamente difíciles", según Constancio, pero sin provocar una quiebra en la confianza de los agentes económicos, para no llevar a un estancamiento total de la economía, como ocurrió en 2002, cuando un discurso demasiado pesimista de Durão Barroso acabó por paralizar el país.
El ministro de Hacienda, Luís Campos e Cunha, en declaraciones recientes, explicó que hasta 2009 Portugal deberá disminuir los gastos del Estado en 4.000 millones de euros. Con esta medida, el déficit disminuirá en cerca del 1% al año y se situará por debajo del 3% en 2008.
En el mismo discurso, ante una asamblea de empresarios, Campos e Cunha presentó las líneas generales de su programa. Además de medidas de medio y largo plazo, explicó que serán necesarias otras "de efecto inmediato", destacando un recorte en los gastos con los funcionarios (que representan un 15% del PIB) y un aumento de los ingresos fiscales (lo que puede significar un nuevo aumento de impuestos).
El ministro asumió también que la necesidad de controlar la escalada del déficit "puede tener un impacto negativo en el crecimiento" de la economía, debido a una probable contracción del consumo (el principal motor de la economía) y al aplazamiento de algunas inversiones públicas.
El gobernador del Banco de Portugal asume que la recuperación será más difícil y lenta, pero destaca que "el crecimiento económico a largo plazo exige una situación presupuestaria sana".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de mayo de 2005