Catorce senadores moderados -siete demócratas y siete republicanos, "una banda de hermanos y hermanas en un Senado cada vez más polarizado", como dijo el demócrata Joe Lieberman- logró anoche un acuerdo para evitar el choque que iba a producirse hoy: el bloqueo de nombramientos de jueces por la minoría demócrata había llevado a la mayoría republicana a amenazar con eliminar el filibusterismo, que desde hace 214 años permite al partido minoritario en el Senado entorpecer y atrasar leyes y nombramientos.
El acuerdo, al que se llegó "en la mejor tradición del Senado", en palabras del republicano John McCain, permitirá que se voten los nombramientos de algunos jueces; los republicanos no anulan el filibusterismo, y los demócratas se comprometen a utilizarlo sólo "en circunstancias extraordinarias".
Los senadores moderados celebraron el acuerdo porque, como señaló la demócrata Mary Landrieu, "la opción nuclear [dinamitar el filibusterismo] nos hubiera llevado a un punto de no retorno". "Es bueno para el Senado y sobre todo, es bueno para el país", según el republicano Mike Dewine.
El país, que tiene un alto grado de descontento, según los últimos sondeos, con el presidente Bush y con el Congreso, asistía con relativa indiferencia al pulso que enfrentaba a las direcciones de los dos partidos, fuertemente ideologizada la republicana y en un callejón sin salida la demócrata.
La iniciativa de los moderados, además de reivindicar la autonomía -cada vez menor- que los senadores tienen, ha salvado la cara a ambos liderazgos, aunque el pacto no evita que la guerra vuelva en el futuro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de mayo de 2005