¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué los productos made in China son tan baratos? De su propio peso cae que la economía mundial actualmente no trabaja "por amor al arte", más bien todo lo contrario.
Aún con precios tan bajos, el empresario gana dinero, y gana cada vez más; ¿a qué precio nos preguntamos algunos? al precio de la sangre del pobre: trabajos de más de 14 horas al día con un índice de peligrosidad tan elevado que produce "mancos en serie", tuberculosos,... en fin, envejecidos de un sistema que mata a sus propios ciudadanos para mantener la economía local en situación óptima. Pero, ¿y que culpa tenemos los consumidores del Norte? Pues tanta como los explotadores directos, pues con nuestro consumo perpetuamos un sistema que esclaviza de forma dramática.
El día que nosotros ciudadanos dejemos de consumir tan frenéticamente para denunciar estos sistemas laborales tan salvajes, exigiendo al mismo tiempo a los políticos que dejen de negociar con los genocidas chinos (léase el viaje que la presidenta de la comunidad de Madrid, con el silencio del PSOE y de IU, ha realizado a China para tratar "importantes negocios"), entonces empezaremos a ser personas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de mayo de 2005