El Lexus GS es el clásico coche de lujo cuidado hasta el mínimo detalle para hacer agradable la vida a bordo. Y se nota incluso antes de subirse: el coche detecta la llave a un metro de distancia y, sin tener que sacarla del bolsillo, abre la puerta. Sigue con el volante, que se mueve hacia arriba para facilitar el acceso y baja cuando se sienta el conductor. Sólo hay que pulsar un botón para arrancar y parar, y también se regula con mandos eléctricos el puesto de conducción, desde el asiento hasta la altura y distancia del volante. En cambio, se va sentado más bajo de lo habitual en las berlinas, lo que recuerda un poco a los cupés.
Tacto de terciopelo
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El GS 300 es la versión básica y estrena un motor 3.0 V6 24v. con 249 CV a la última: inyección directa de gasolina, distribución variable inteligente, bloque de aluminio... Destaca su tacto exquisito porque se ha trabajado a fondo la sonoridad y las vibraciones para ofrecer una respuesta tan suave y silenciosa que cuesta notar si está en marcha. Va acoplado a un cambio automático de seis velocidades bien escalonadas y con accionamiento secuencial, pero con bloqueo de las marchas para que no pase a la superior. Además, lleva un botón que activa dos programas, uno que hace más rápida la respuesta del acelerador y otro para pisos deslizantes (nieve...).
El conjunto responde con una suavidad exquisita desde el ralentí y sube de vueltas progresivamente hasta las 6.200. Ofrece unas prestaciones brillantes casi a punta de acelerador, salvo en sexta, algo larga porque está pensada para viajar y gastar poco. Mueve muy bien el coche, acelera con brío cuando se le exige y tiene unos consumos bastante comedidos para su tamaño: apenas 10 litros en conducción tranquila, 12 estirando las marchas y 13 en ciudad.
Ágil y cómodo
Aunque el GS 300 no puede montar la suspensión de reglajes variables (AVS) del GS 430, tiene un compromiso impecable entre confort y eficacia para viajar relajadamente. Los sistemas electrónicos son muy sofisticados y actúan de forma coordinada para ofrecer siempre la mejor solución al conductor, desde la dirección eléctrica sensible a la velocidad (EPS) hasta un ABS a la última y un avanzado control de estabilidad (VSC).
El resultado es una respuesta ágil para su tamaño; una dirección muy suave y precisa, que no transmite los baches, y un comportamiento dinámico conseguido, sin apenas balanceos en las curvas y dando una sensación de seguridad y control sobresalientes. La propulsión trasera apenas se nota y todo funciona siempre con absoluta dulzura evitando las brusquedades. Sorprenden los frenos y el ABS, que actúan con una suavidad y precisión sorprendentes, pero todo está pensado para que el GS 300 sea cómodo en cualquier trazado, rápido o sinuoso, y además es divertido y agradable de conducir en el día a día.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de mayo de 2005