Cada año pago mis impuestos y no tengo problema en hacerlo. Soy consciente de lo necesarios que son y desconfío de los políticos que basan sus campañas en bajarlos. Ahora bien, me gustaría decirle al Gobierno navarro que no es de recibo que gaste nuestros impuestos en comprar acciones o crear "institutos de ideas" cuando nuestros hijos no tienen guarderías ni colegios dignos donde ir.
Los prefabricados en los patios de los colegios públicos, lejos de ser una solución transitoria, han pasado a convertirse en parte habitual del paisaje. Y esto es sólo un ejemplo. Si, como es nuestro caso, se opta por una enseñanza no religiosa y en modelo D, los problemas se multiplican.
Claro que siempre queda la alternativa de la enseñanza concertada, por la que parece apostar el Gobierno. Sin embargo, somos muchos quienes, pese a subvencionar con nuestros impuestos dicha enseñanza, optamos finalmente por la pública. Y creo sinceramente que no merecemos lo que estamos recibiendo.
Ya que nuestro gobierno se jacta de defender a "la familia", me gustaría pedirle que empezara a defender realmente a las familias, muchas y muy diversas, y no sólo a la familia tradicional católica con elevados recursos económicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de mayo de 2005