El cuerpo, los objetos cotidianos y la manipulación de la realidad son la base del trabajo de la fotógrafa Yaël Davids (Jerusalén, 1968), que hoy inaugura en la galería La Fábrica de Madrid (Alameda, 9), y dentro de PHotoEspaña, su primera exposición individual en España. Un vídeo, dos obras sobre tela y tres fotografías que muestran sus reflexiones. El espacio, el teatro, el sexo... "Todo lo que tiene que ver con el cuerpo parece cruel, pero visto por partes el cuerpo se vuelve algo abstracto. No creo en la provocación. Creo que sólo se puede hacer algo provocativo si no se pretende que lo sea. La provocación siempre viene de lo natural", señala. Un botón cosido con el pelo de su cabellera negra y un ojal realizado también con su pelo evocan en dos telas blancas el sexo masculino y femenino. Explica que al utilizar el cuerpo como objeto y sujeto de sus obras también usa sus materiales -el pelo, las uñas, la piel-, lo que hace que sus "esculturas" sean más vivas. "El pelo es un elemento muy fuerte que se ha utilizado durante siglos para muchas funciones. Me contaron que en Surinam las mujeres mataban a sus maridos echándoles muchos pelos cortados en la bebida. Así los ahogaban", añade.
Su trabajo
habla de castración, de sufrimiento mudo, de ataduras y tabúes. Los cuerpos que presenta Davids están fragmentados y contorsionados. En la fotografía Corner la artista muestra su cabeza desde arriba. La raya del pelo y la esquina blanca de la pared como eje. "Me interesa el cuerpo sometido al espacio. Me gusta también ver esas partes del cuerpo que nunca podemos ver".
El vídeo Faces (de 2001) muestra uno de los proyectos teatrales de la creadora. "Es un antirretrato que niega el rostro. El vídeo capta una escenificación que duró una hora". "Durante mucho tiempo utilizaba mi propio cuerpo en mi trabajo. Pero dejé de hacerlo porque aunque trabajo con el performance no soy una artista del performance y quiero evitar lo físico", explica Davids, que añade sonriente: "Es que fui bailarina". Dice que ahora lo que le interesa es captar el espacio que se crea en la imagen que uno proyecta y lo que uno es en realidad. "Me fascina la idea del teatro, de la representación, pero a la vez me irrita mucho. Me interesa la idea del escenario como lugar donde ocurren cosas, pero no me gustan ni la ficción ni lo narrativo, por eso el arte es tan liberador".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de mayo de 2005