Nicolas Sarkozy, líder de la gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP), lleva años preparando cuidadosamente su asalto al liderazgo de la derecha francesa -con la oposición de su otrora protector, Jacques Chirac- como trampolín a la presidencia de la República. Pese a que este hijo de emigrantes húngaros nacido en 1951 hizo una calculada campaña a favor del sí, es de los que más ganan con el portazo a la Constitución. Ex ministro del Interior y de Finanzas, abandonó el Ejecutivo en noviembre para dirigir la UMP y ahora queda a salvo del bofetón al Gobierno. Es el dirigente más popular de la derecha, aunque su indisimulada ambición y la leyenda de traidor que le acompaña juegan en su contra.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de mayo de 2005