A grandes rasgos, de los 12 millones de holandeses con derecho a voto (el país suma 16 millones), los que poseen estudios y formación superior parecen apoyar la Constitución europea. En este caso, estarían en sintonía con las formaciones políticas tradicionales, a tenor del consenso parlamentario (un 85%) obtenido por el texto. A su favor están la democracia cristiana, los verdes, los socialdemócratas y los liberales.
Las razones que les inclinan a votar hoy sí oscilan entre el sentimiento de que lo natural es estar del lado comunitario a la promesa de que la UE será más fuerte. El hecho de que Europa será más democrática aparece siempre como el primer motivo para apoyar la Constitución. Que el único órgano directamente elegido de la UE pueda decidir sobre subsidios como los destinados a la agricultura (la mitad del presupuesto comunitario) no ha pasado inadvertido.
El debate sobre la seguridad también ha primado. El primer ministro, Jan Peter Balkenende, ha asegurado que la colaboración entre las policías nacionales y las instancias judiciales de los distintos miembros servirá para frenar el terrorismo. En cambio, la garantía de igualdad entre hombres y mujeres y las demandas exigidas a aspirantes como Croacia o Turquía antes de su ingreso no se han explicado bien.
De las encuestas se desprende que los electores que apoyan el tratado lo hacen porque "no desean quedarse a la cola de Europa ni tampoco significarse" o bien opta por "secundar a su partido de siempre", como si de unas elecciones legislativas se tratase. En esa lealtad y en la voz de los indecisos ha depositado su confianza el Gobierno. La apatía y la posibilidad de que el resultado francés arrastre a los electores eran, por el contrario, los mayores temores de estos electores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de junio de 2005