Uno de los grandes atractivos de Barcelona es su potente industria editorial en español. El sector no sólo aporta a la Ciudad Condal su importante peso económico, sino también un gran prestigio cultural a nivel internacional. Sin embargo, todo esto puede convertirse en algo del pasado: la resolución aprobada por los políticos catalanes en que se discrimina a los escritores en castellano puede haber sido la gota que colma el vaso del descontento de las editoriales en esta lengua. En Barcelona todo son inconvenientes: no reciben apoyo y el poder político las trata como algo extraño. ¿El resultado? Es un secreto a voces que hay editoriales que estudian su traslado a Madrid, donde los políticos no se dedican a crear problemas lingüísticos como en Cataluña. Será otro "éxito" de una política aldeana y de campanario que está empobreciendo cultural y económicamente a Cataluña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de junio de 2005