La actuación policial, según el documento oficial que narra los hechos, al que ha tenido acceso este periódico, comenzó a las 5.05 del miércoles pasado, cuando el vigilante privado del Juzgado de Bergara llama para informar de que "en la zona trasera" del edificio ha podido ver, a través de las cámaras de videovigilancia, "una olla debajo de un banco".
A las 5.23, una patrulla de la Ertzaintza confirma que se trata de una olla a presión y que está situada "a unos 20 metros de la parte trasera del juzgado". A las 5.25 se solicita la presencia de la unidad de explosivos (EUDE) para "verificar" si el objeto sospechoso puede ser una bomba.
Tras acordonar la zona e informar a la unidad de perros y a la de explosivos, a las 5.34 se reconfirma la ubicación del supuesto artefacto. Desde ese momento y hasta las 7.02, los expertos en explosivos analizan la situación y deciden que sería conveniente utilizar las cámaras del juzgado para poder ver más de cerca y determinar, sin asumir ningún tipo de riesgo, a qué tipo de objeto sospechoso se enfrentan los desactivadores. A esa hora, la unidad de explosivos solicita entrar en el edificio para ver la olla con las cámaras y "el vigilante se niega a franquear el paso a los agentes por orden directa de su supervisor". Cuatro minutos más tarde, el jefe de Operaciones del grupo 2 de la Ertzaintza habla con el superior jerárquico del vigilante y le informa de la negativa de éste. El supervisor de la empresa de seguridad pone pegas a dejar entrar a los desactivadores y asegura que tiene "órdenes al respecto del responsable de seguridad de los juzgados, D. Carlos Segurajauregui", mando de la Ertzaintza adscrito al Departamento de Justicia.
A las 7.08, el jefe de Operaciones informa al vigilante y a su supervisor que, en caso de producirse daños por "la explosión del supuesto artefacto, se actuará contra los actores que han impedido la actuación de la UEDE y demás unidades que han intervenido en la presente actuación". A las 7.10, "ante las trabas impuestas por la seguridad del juzgado, la UEDE ha decidido acceder directamente a la olla y la está manipulando". Una hora y seis minutos después, los artificieros abren la olla y confirman que "se ha tratado de una falsa alarma".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de junio de 2005