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CARTAS AL DIRECTOR

Un detalle

Supongamos que dos amigos que se llevan bien deciden alquilar un piso para compartir gastos. Uno es empleado de banca, y el otro, maestro. Tienen horarios parecidos, por lo que a menudo coinciden en la vivienda. Enseguida se dan cuenta de que hay que mantener un orden y una mínima higiene, por lo que acuerdan que cada uno se ocupe de su habitación, y el que mancha, limpia. Las zonas comunes como el salón, la cocina y el cuarto de baño las hará cada sábado uno de ellos, pero sólo limpiarán lo razonablemente sucio; pues siempre se tendrá la consideración de recoger cada uno sus cosas y de dejar el cuarto de baño y cocina igual que estaban, pues reconocen que es desagradable encontrarse la bañera o el lavabo con pelos o la mesa con migas y platos sucios. Este minirrelato no tiene ningún interés pues todo resulta obvio, esperable y predecible, pero si cambiamos un único detalle y en vez de uno de los amigos ponemos a su esposa, no estoy tan segura de que aún hoy en día se lo pueda calificar de predecible.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de junio de 2005