Tiene razón Salah Jamal en su carta del pasado sábado, 4 de junio: efectivamente, el 15 de noviembre de 1998 The Sunday Times recogió la especie de que en un laboratorio israelí estaban tratando de fabricar una "bomba étnica"(?) capaz de afectar sólo a los árabes, empeño que el mismo semanario reputaba imposible y del que nunca más se supo. Se le olvida añadir que, entre 2001 y 2004, fuentes palestinas acusaron también con insistencia a Israel de usar contra ellos "gas negro" (?) o "gas mostaza", de inocularles el virus del sida y propagar el cáncer, de lanzar sobre Gaza "golosinas envenenadas para los niños palestinos" y, por supuesto, de haber envenenado a Arafat (tengo a su disposición las referencias de prensa de todas estas imputaciones). Lo triste es que alguien con formación científica (el señor Jamal es médico) dé pábulo a semejantes infundios, que evocan los peores mitos judeófobos medievales y con los cuales la justa causa del pueblo palestino no gana ni un ápice de credibilidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de junio de 2005