El obispo de Tarazona, Demetrio Fernández, debe tener una imagen de España de la época franquista en la que se decía que España era un país católico, pero a estas alturas de la vida afirmar que se está atacando a una Iglesia "a la que pertenece la inmensa mayoría de los españoles" es la falsedad más grande que he oído.
¿Por qué les molesta tanto a esta Iglesia las bodas entre homosexuales, el divorcio, el aborto y un largo etcétera si no se está obligando a nadie, simplemente se legaliza algo que la sociedad está reclamando? ¿Por qué en sus iglesias no arengan a sus fieles para que cumplan los preceptos cristianos? ¿No será que tienen miedo de observar que dentro de la propia Iglesia hay mucha gente que hace uso de estas leyes y también mucha hipocresía? ¿Se acuerdan cuando salió la Ley del Divorcio?, parecía que el mundo se iba a acabar, y ¿qué pasó?... nada. Simplemente arregló a muchas parejas y no todo el mundo se divorció. Entre esas tantas parejas, muchos fieles de la Iglesia católica y muchos de los que hoy se encuentran en el partido de la oposición.
Señores obispos y señores de la Iglesia, ustedes no son quienes tienen que manifestarse para oponerse a las reformas del Código Civil que este Gobierno u otro ponen en marcha con el apoyo de la ciudadanía para que cada uno, en su libertad individual, pueda escoger el camino que pueda llevarle a ser más feliz.
¡Ah, pero olvidaba!: para la Iglesia la vida es resignación, dolor, porque lo bueno viene después; pero, ¿y los que no creemos en una vida ulterior? ¿Tenemos que fastidiarnos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de junio de 2005