El fenómeno del botellón persiste como un grave problema de las ciudades andaluzas. Cada fin de semana se enfrentan las posturas de vecinos, que se quejan de no poder descansar, y los jóvenes, que claman por su diversión.
El pasado lunes los alcaldes de las ocho capitales se reunieron en Antequera (Málaga) para solicitar la ayuda de la Junta y el Gobierno central a la hora de encontrar soluciones, que dicen no pueden afrontar en solitario, ante la dimensión que estas concentraciones juveniles han cobrado. Las dificultades para prohibir el consumo de alcohol en la calle y realojar a los jóvenes en los denominados botellódromos son sólo dos de las claves de un problema complejo. Ni las ofertas de ocio paralelo ni las restricciones de consumo han seducido aún a la juventud para dejar las plazas, debido según ellos a los "excesivos precios" de los pubs. De momento, sólo tres capitales han aceptado la cesión de competencias de la Junta para sancionar la venta de alcohol.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de junio de 2005