Sorprende el entusiasmo con el que acoge el consejero de Territorio y Vivienda el nuevo Estatuto de Autonomía. Sorprende porque siendo el máximo responsable en materia medioambiental se deshace en elogios hacia un texto que, plagado de muchas otras carencias, comete la gravísima falta de ni tan siquiera abordar el enorme problema ambiental y territorial de nuestro país.
Dedica a ello tan sólo un artículo (art. 20) que nos habla, cómo no, del derecho de los valencianos a la ejecución del PHN de forma sostenible, de los excedentes de otras cuencas y de nuestro derecho a usarlos (excediéndose, ahora sí, claramente en sus atribuciones); de un medio ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado (y ya puestos, que tome fibra para desayunar). En 11 líneas destrozan cualquier expectativa de toma de conciencia de la realidad o voluntad de ponerse a trabajar en los retos medioambientales, empecinándose en reclamar imposibles usando la demagogia más vulgar y despreciando todo el conocimiento sobre nuestro medio natural. Se pervierte la concepción de medio ambiente y se usan conceptos propios de analfabetos científicos. El resto del texto, obviamente, no está impregnado de ningún espíritu de sostenibilidad ni nada que se le parezca. Así pues, no cabe más conclusión que proclamar que el nuevo Estatuto de Autonomía es un fracaso personal para Blasco, a quien se ha obviado en su redacción o quien no ha querido influir en la misma.
Eso sí: el resultado de esta desprecio por nuestro entorno pueden estar bien seguros de que lo pagaremos entre todos los valencianos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de junio de 2005