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Crítica:ROCK | Festival Mimed

Reconducción

Tras la apuesta de crecimiento mantenida el pasado año, con el cambio de emplazamiento hasta el campo de fútbol y la irrupción de un cabeza de cartel foráneo, la tercera edición del festival de Mislata ha apostado por reorientar su propuesta a unos parámetros más realistas, los mismos que lo habían marcado desde su nacimiento. Así es como se ha vuelto a disponer de un recinto cerrado y de dimensiones más reducidas (el Pabellón El Quint) y un cartel confeccionado sobre la base de apuestas nacionales de indudable efectividad en caja y bandas locales, variado en cuanto a estilos y claramente diferenciado en dos jornadas. Otra cosa sería tratar de dilucidar en qué medida el mayor eclecticismo o heterogeneidad de su programación podría contradecirse con valores tan deseables como la coherencia.

Festival Mislata Música en Directe

Out Rage, Poe, Rosendo, Mala Rodríguez, Lu-K, Euro-Trash Girl, La Habitación Roja y Bunbury. 10 y 11 de junio. Polideportivo El Quint. Mislata.

El punk rock agreste de la joven banda local Out Rage dio paso al hard rock anclado en casi todos los tics de los setenta que practican Poe, nueva encarnación de los extintos Gölem, también de Mislata. Aunque el principal foco de atención era comprobar el perenne e inalterable estado de forma de Rosendo Mercado, quien llegaba con nuevo disco bajo el brazo, Lo malo es... ni darse cuenta. La clásica formación de trío encabezada por el veterano rockero de Carabanchel edificó otro de sus habituales directos, rocoso, macizo y respetuoso con su pasado. Más intermitente se mostró Mala Rodríguez durante su hora escasa de actuación, más que nada por su tendencia a ausentarse y delegar en su convencional partenaire vocal. Sin ella al micro se evapora gran parte del embrujo, por mucho que se cuente con Jota Mayúscula disparando las bases sonoras desde la retaguardia.

Menos rompe y rasga presentaba la jornada del sábado, abierta por los locales Lu-K, a cuyas buenas maneras no les vendría nada mal sacudirse de encima ese grandilocuente deje épico que cualquiera diría extraído de los otros ochenta. Los setabenses Euro-Trash Girl se encargaron de enderezar el rumbo merced a una notable y enérgica demostración de lo mucho que pueden dar de sí sus nuevos temas. La acaparadora fluidez que demuestran a la hora de sustentar en escena su rock de inequívoca raigambre norteamericana es de las que demandan a gritos la edición de nuevo material. Algo de lo que también van sobrados La Habitación Roja, moviéndose como pez en el agua en un recinto cuyas dimensiones (que no su dudosa acústica) sí responden al notable plus de intensidad rockista al que han dotado a su sonido, y que no es más que otro peldaño dentro de la espectacular progresión que llevan manteniendo en las últimas temporadas. Una progresión que ya no parece necesitar Enrique Bunbury, el rey de la sobreactuación. El zaragozano lleva año y medio apoyándose sin variaciones en un repertorio al que dota sobre el escenario de esa efectista teatralidad sui generis, sintetizada en el plano sonoro en su habitual abanico de ejercitaciones de estilo tan bien silueteadas como un tanto aparatosas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de junio de 2005