Ante la reacción de la Iglesia católica frente al proyecto de legalización del matrimonio para parejas homosexuales no dejo de preguntarme cómo es posible que una institución tan tradicionalmente enemiga de la familia como ella ha sido, ahora se convierta en su defensora a ultranza.
Me es difícil comprender que una institución que todavía prohíbe a sus ministros contraer matrimonio, tener hijos, en fin, formar su propia familia, ahora salga a la calle a decir que la familia sí le importa.
Me es difícil comprender que una institución a la que todavía no he visto organizar una manifestación nacional en contra de la violencia familiar, ahora salga a la calle a decir que la familia sí le importa.
Me es difícil comprender que una institución que lleva siglos aconsejando a mujeres indefensas a aceptar los malos tratos de sus maridos como una prueba de su amor a la deidad, como parte irrenunciable de su destino o como una puerta abierta al cielo, ahora salga a la calle a decir que la familia sí le importa.
Me es difícil comprender que una institución que, como se ha demostrado en tribunales de los Estados Unidos, ha protegido a pedófilos y abusadores sexuales de menores, sin que todavía haya pedido disculpas abierta, pública y claramente, ahora salga a la calle a decir que la familia sí le importa.- Gustavo Mejía. Londoño.
Todos los medios hablan de la manifestación a favor de la familia, cuando en realidad la llaman "contra los homosexuales". Todo son demagogias construidas en cuatro frases.
Creo que tendría que haber un debate en donde se explicase las consecuencias y la importancia que tiene aprobar dicha ley.
Desde luego, nadie habla del derecho de los niños, de los niños que pueden ser adoptados. Son los más inocentes y los más perjudicados.- Mª Teresa Delás. Barcelona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de junio de 2005