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'EL TRIUNFO' | LOS RODAJES DE LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA

Ángela Molina se sumerge en el mundo pasional del flamenco

Barcelona
Éste será un verano de cine. Creadores de la talla de Pedro Almodóvar, Julio Medem, Guillermo del Toro o Manuel Huerga recuperarán con sus historias y sus pasiones la vitalidad de una industria que ha sido en ocasiones cuestionada. Los rodajes formarán parte del paisaje veraniego, y se alargarán más allá del otoño. Algunos están ya en plena faena o recién terminados, como Alatriste, la gran producción que ha dirigido Agustín Díaz Yanes. Madrid, Barcelona, Segovia, Ibiza y también Nueva York serán los principales destinos y escenarios de los rodajes del cine español de este año. Veteranos directores compartirán la emoción del cine con debutantes en el oficio como Guillermo Fesser o Koldo Serra.

La actriz y directora de cine Mireia Ros (La Moños) está a punto de terminar en Barcelona el rodaje de su segundo largometraje cinematográfico, El triunfo, una adaptación de la novela homónima de Francisco Casavella. El largometraje se ambienta en los años ochenta y retrata la decadencia del barrio chino barcelonés. Un grupo de supervivientes arrabaleros, liderados por los ex legionarios Gandhi, Fontán y Andrade, están inmersos en una guerra de bandas. Ajenos a las peleas, el Nen y sus amigos Palito, Topo y Tostao sueñan con triunfar en la rumba. Sin embargo, el Nen vive amargado por la desaparición de su padre, que se esfumó hace años sin dejar rastro. Pronto descubre que su madre, la Chata, tuvo algo que ver en ello. Ángela Molina, Juan Diego, Marieta Orozco y Pep Cruz protagonizan la película, en la que debuta como actor el bailaor Antonio Fernández Montoya, Farruco, hermano de Farruquito. "Es un guión escalofriante, que narra una historia muy pasional", explica Ángela Molina (la Chata) en una pausa. Sobre el hilo musical del que pende el filme, es tajante: "De ese mundo lo sé todo. Vengo del flamenco puro". Para Ros, "la película habla de unos personajes que se rigen por la ética del mal. Siguen la ley del ojo por ojo y diente por diente. Lo que me atrajo de estos seres tan turbios es que su visión de la vida tenía también algo de poético", concluye.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de junio de 2005