El artista mexicano Juan Soriano recogió ayer, de manos del rey Juan Carlos, el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2005. Soriano (Guadalajara, Jalisco, 1920) dejó que fuera Lluís Pasqual quien leyera su hermoso discurso, un canto a la rebeldía como "máxima suprema" del artista y del hombre. "A lo largo de mi vida me rebelé contra la familia, contra la tradición y contra la propia pintura", dijo Soriano.
En la sala Velázquez del Museo del Prado, con Las meninas a la espalda de una mesa presidida por el Rey, y en la que también estaban la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y el director del Prado, Miguel Zugaza, Juan Soriano recibió el IV Premio Velázquez, que por vez primera, recordó el Rey, recae en un creador iberoamericano. "Una figura emblemática, protagonista de una ejemplar y renovadora trayectoria artística", apuntó el monarca.
"Rebelarse es humano, tal vez lo más humano. ¿Cuál de los hombres que he sido es el verdadero rebelde?", dijo el artista. "Ante mi temprana rebelión, en mi casa me decían que iba a convertirme en facineroso, que moriría de hambre en la bohemia. No ocurrió. Si realmente uno tiene temple, alcanza la siguiente ruptura y ésa debe ser con la tradición. Según Ortega, Velázquez se rebeló contra la belleza. Yo siempre me he rebelado contra la pintura misma". Soriano recordó con palabras apasionadas a María Zambrano ("¡cuánto aprendí de ella!) y cerró así sus palabras: "Dijo Octavio Paz de mí que yo era un muchacho de 1.000 años y un viejo de 20. Este muchacho de 1.000 años ha envejecido y este viejo de 20 ha rejuvenecido. Hoy acepta este premio sin rebeldía y lo agradece con humildad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de junio de 2005