El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, habló ayer por primera vez sobre las acusaciones de corrupción sobre su Gobierno vertidas por el diputado y presidente del Partido del Trabajo de Brasil (PTB), Roberto Jefferson. "Pensaron que mi Gobierno iba a ser un fracaso y ahora empiezan a temer mi reelección", contraatacó Lula en un discurso en el Estado de Goiás.
Visiblemente emocionado y tras haber recordado que proviene de una familia humilde en la que sus padres eran analfabetos, afirmó con énfasis: "Nadie en este país tiene más autoridad moral y ética que yo para hacer lo que hay que hacer". Y añadió: "A tener vergüenza en la cara se aprende sólo en casa", y afirmó que a él se lo había enseñado su familia.
Aunque Roberto Jefferson exculpó a Lula en sus acusaciones de corrupción, una parte de la oposición se pregunta cómo es que no se enteró de lo que hacía su brazo derecho, el superministro José Dirceu, a quien acaba de expulsar del Gobierno y de quien se afirmaba que "no daba un paso sin que lo supiera el presidente". Dirceu fue reemplazado por Dilma Rousseff, hasta ahora ministra de Energía y Minas.
El presidente animó ayer a la prensa a continuar investigando la corrupción, pero le recordó también que ningún otro Gobierno en este país había hecho ni un 20% de lo que lleva hecho ya el suyo contra la corrupción tras haber detenido a 1.290 personas. Fue duro cuando afirmó: "No se puede jugar con la corrupción ni mucho menos con el nombre de las personas". Quiso recordar que el ex presidente Fernando Collor fue elegido gracias a la promesa de luchar contra la corrupción y acabó teniendo que dimitir después de un juicio político en el Parlamento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de junio de 2005