Desconozco que nos hace diferentes a los especialistas en Medicina de Familia para que a pesar de ser los responsables primeros y a lo largo de toda la vida de nuestros pacientes, ser los responsables de la prevención y fomento de su salud, del diagnóstico precoz, del enfoque diagnóstico inicial y de la petición razonada de las pruebas complementarias, de su seguimiento, de la vigilancia del tratamiento que realizan, de sus efectos secundarios y sus interacciones, de coordinar su relación con otras especialidades y otros agentes de la salud, se nos considere capaces de realizarlo todo ello en tiempos que no superan los cuatro o cinco minutos por paciente. Tiempos a lo que no se le obliga a ningún otro profesional de la salud.
La complejidad del ejercicio de nuestra especialidad ha llevado a la Comisión Nacional de Especialidades a decidirse a aumentarla de tres a cuatro años, igualándola a la gran mayoría del resto de las especialidades médicas.
Pero de nada servirá esta formación si el desarrollo de lo aprendido se produce en las condiciones de trabajo a las que nuestro Servicio Andaluz de Salud nos obliga.
Nuestra especialidad no precisa habitualmente de alta tecnología (con DIRAYA ya tenemos bastante). Nuestra herramienta fundamental de trabajo es el tiempo, y sin él somos como un cirujano sin bisturí o un ecografista sin ecógrafo.
Somos los médicos de Europa que más pacientes vemos y que menos tiempo les dedicamos, y las inversiones en Atención Primaria están muy por debajo de la media europea. ¿Por qué? Igual es que alguien piensa que "somos diferentes".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de junio de 2005