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OPINIÓN DEL LECTOR

Manifestación

El sábado 18 casi toda la cúpula eclesiástica española asistió en Madrid a su particular cruzada, por fortuna incruenta y sin el horror que la Historia nos ha mostrado contra tantos inocentes, que por honradez y convicción moral e intelectual no 'comulgaban' con inútiles e inefables dogmas y doctrinas que se trataba de imponerles. Ahora, en esta ocasión, sólo pretenden conseguir que la homosexualidad siga siendo un estigma que condena a seres humanos al desprecio y la marginación social, continuando siglos de influencia católica. ¿No es tiempo aún, por piedad, por justicia, de permitirles alcanzar su dignidad con el desarrollo de su específica naturaleza haciendo realidad sus tendencias sexuales, sus sentimientos y emociones y todo aquello que al Estado corresponda garantizarles como personas y ciudadanos? ¿No sería ésta la solución, aunque tardía, a la imprevisión de un Dios al que sus representantes terrenales son incapaces de hacer ninguna pregunta que cambiase algo esta situación? ¿Sería muy atrevido, incluso blasfemo, proponer la sacralización de la unión homosexual?

Y todo, según los jerarcas, porque con el matrimonio homosexual se ofende y se menoscaba a la familia, sobre todo a lo referente a la procreación y a la creación de referencias. ¿Acaso esas referencias (amor, ternura, respeto, responsabilidad, etcétera) residen exclusivamente en la institución matrimonial? ¿Es que no conocemos la historia humana? ¿Cuántas tropelías, abusos, sobre todo sexuales contra los más indefensos, se han cometido y cometen en el seno familiar? Y ya puestos, por qué no hacer referencia a esa aberración antinatural, incomprensible, cual es el celibato que como tal es un ejercicio de libertad de cada cual y merece todos los respetos, pero ¿y las consecuencias, completamente ineludibles, según nos muestra una interminable experiencia de ignominia contra los seres más inocentes, no merece una respuesta por parte de la sociedad laica? Señores de la Iglesia, sean consecuentes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de junio de 2005