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CARTAS AL DIRECTOR

Cuando el regulador no regula

Con la llegada del verano se dispara el consumo de energía. En España son ya muchas las familias que pueden permitirse el lujo de disfrutar de aire acondicionado en sus hogares. Y de ellas son pocas las que renuncian a este confort, puesto que el bolsillo les alcanza para pagar los recibos correspondientes. Parece que actualmente ya casi nadie se acuerda de aquel famoso anuncio publicitario que recordaba a la ciudadanía: "Aunque usted pueda pagarlo, España no puede". De hecho, es evidente que ni siquiera el propio Gobierno se acuerda de él.

Escribo estas líneas después de haber pasado un buen rato en un edificio de la Administración Central. Calculo que la temperatura en dicho edificio rondaba los 17 grados centígrados, lo cual es una auténtica barbaridad. Me refiero, naturalmente, al derroche de energía que supone mantener semejante temperatura en unas oficinas de grandes dimensiones. O de reducidas dimensiones. El caso es que el hecho de que sea el Estado quien corra con los gastos parece fomentar el despilfarro. Lo mismo ocurre en los edificios y empresas dependientes de los ayuntamientos; las empresas de transporte público son especialmente irresponsables. En los autobuses urbanos y en los ferrocarriles se está haciendo un abuso del aire acondicionado, lo cual no sólo es perjudicial para la salud de los usuarios, sino también para los recursos financieros de los entes públicos y para el medio ambiente.

Los especialistas recomiendan una temperatura de 24 o 25 grados para los espacios cerrados. Consideran que dicha temperatura es óptima para nuestra salud. Así pues, sería deseable que el Gobierno aprobara cuanto antes leyes destinadas a que se respetaran las recomendaciones de los expertos allí donde tiene potestad para hacerlas cumplir.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de junio de 2005