Llevo sufriendo desde que adquirí mi vivienda, hace cuatro años, los ruidos, durante los meses de verano (en Andalucía, casi seis meses), y durante los fines de semana, y el insoportable escándalo hasta casi el amanecer de sábado y domingo de una discoteca cercana a mi domicilio. En tres ocasiones me he dirigido a mi alcaldesa, haciendo ésta oídos sordos.
La música del local se escucha en todo el pueblo, pero sólo unos cuantos reclamamos nuestro derecho al descanso. El resto, por no sé qué motivos, no se atreven a dar el paso para reclamar que se cumpla la ley.
Quizás los ciudadanos no sean conscientes de que los tiempos han cambiado y que las leyes cuando no se cumplen y son vulnerados por quienes nos gobiernan (prevaricación), hacen menos libres a quienes estamos bajo su mandato.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de junio de 2005