La sociedad del despilfarro en la que vivimos podría, si quisiera, ahorrar bastante energía. Ciñén-dose al aire acondicionado, cuyo parque de aparatos domésticos aumenta año tras año, cada uno en su hogar podría gastar mucha menos electricidad aislándolo mejor, ventilando las habitaciones de noche (sobre todo al amanecer) y cerrándolas durante el día. Pero más importante aún sería evitar que en los supermercados, cines, etcétera, se pase auténtico frío en verano y calor en invierno. O que ciertas tiendas (cada vez hay más) tengan el aire acondicionado funcionando a tope mientras dejan las puertas abiertas de par en par. ¿Estamos locos? ¡Qué moda es ésta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de julio de 2005