Sería conveniente que la era tecnológica que nos ha tocado vivir fuera aprovechada para instalar en los radares de los Centros de Control de Tráfico Aéreo mapas meteorológicos que nos presentaran, de la misma forma que a bordo de las aeronaves, los núcleos tormentosos existentes en un área determinada, por ejemplo, las cercanías de un aeropuerto. Con ello, además de ahorrar comunicaciones entre controladores y pilotos, los unos dando instrucciones de maniobras que los otros contestan imposibles de cumplir, se evitarían trastornos a las compañías y demoras a los pasajeros, destinatarios últimos de nuestros desvelos profesionales.- Fernando Mansilla de la Paz, controlador aéreo. Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de julio de 2005