Acabo de leer la carta de F. Crespo sobre los datos del trabajo inmigrante en Madrid, y que el 70% de los puestos no cualificados los ocupan ellos. Ante todo, que conste mi respeto al derecho de todas las personas (sean inmigrantes o no) a buscar trabajo y la mejor manera posible de vivir en cualquier lugar, sin que nadie le pregunte de dónde viene; pero me da la impresión de que, con este tema, creo que se está llegando al punto de la demagogia. Señor Crespo, seguramente usted leyó el reportaje en EPS de hace un mes en el que hablaba de los inmigrantes españoles en países europeos hace 30 ó 40 años.
Si no, se lo cuento yo: a nuestros paisanos, cuando emigraban a Europa, les tocaba desempeñar trabajos similares. Es más, no era necesario salir de España. Mi padre tampoco tenía estudios, y en los años setenta se fue buscando trabajo donde lo había: a Euskadi. Trabajaba junto con más compañeros (todos españoles) en el monte y dormían en barracones. Después, consiguió un ¿puestazo? en los altos hornos, en primera línea de fuego, estando a punto de morir en una ocasión y viendo morir a otros muchos. Todo eso para después agradecérselo dándoles la patada y poniéndoles en la calle a todos. Aquello fue un trauma. ¿Me va a explicar la diferencia entre que estas personas fueran inmigrantes o no? ¿No se merecían el respeto y consideración de la sociedad también?
En Madrid y en el resto de España hay muchísimos no inmigrantes que, por no tener estudios o un buen contacto, ocupan esos mismos trabajos no cualificados y arriesgados de los que usted habla. Dejémonos de demagogia y compasión baratas. Respetémonos y tratémonos todos como personas, vengamos de donde vengamos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de julio de 2005