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OPINIÓN DEL LECTOR

Pastores evangélicos

Me permito hacerle llegar unas observaciones sobre el comentario de Ricardo Cantalapiedra, publicado el pasado 26 de junio bajo el título de Pastores. Se equivoca el señor Cantalapiedra ya en la primera línea: el festival en la explanada de Las Ventas no fue organizado por ninguna iglesia luterana. De hecho, no hay iglesias luteranas españolas. De verdad, ¿cuesta tanto ponerse un poco al día para aprender las diferencias entre luteranos y evangélicos? Para su información: los luteranos son una de las muchas denominaciones evangélicas en España. Aunque le cueste entenderlo, nosotros no nos organizamos de forma jerárquica y no todos nos llamamos luteranos. En la Iglesia católica tampoco todos son benedictinos.

Tom Cruise no es protestante, ni evangélico, como sugiere el artículo. La Iglesia de la Cienciología, ni en España ni en ningún país de mundo, es considerada como una Iglesia evangélica.

Cuando el autor del artículo escribe "no estamos para meternos (...) en berenjenales intrusos. Todavía no estamos tan desesperados", puede que hable de sí mismo. Pero hay un millón de evangélicos en este país que piensan de otra manera. Y el número va en aumento. Hablar de personas que visitan nuestro país predicando un mensaje que cada uno es libre de aceptar o rechazar como "intrusos" delata un talante chovinista y arrogante del autor.

En los tiempos de los Reyes Católicos había gente que pensaba así. ¿No será por la excelente y radical labor de la Inquisición y del franquismo que no había prácticamente protestantes en España? ¿Le sorprende, señor Cantalapiedra, que muchos de nuestros pastores y evangelistas vengan del extranjero, dado el historial de la tolerancia religiosa en España?

No se preocupe, señor Cantalapiedra, los evangélicos son muy conscientes de la biografía del pastor Luis Palau. Ha hablado con Ríos Montt. Nadie lo niega. Ha hablado con Bush. Pero también con Clinton y con la mayoría de jefes de Gobierno de Latinoamérica, sean de izquierdas o de derechas, y también con los líderes de oposición.

Los evangélicos nos distinguimos de la Iglesia católica por no entrometernos en la política. No nos interesa. Pero sí nos interesan las almas de la gente. También las del señor Ríos Montt, las de gente como Bush, Clinton, y como la de usted, señor Cantalapiedra. El apóstol Pablo habló delante de reyes y gobernadores en el Imperio Romano, pero no sobre política, sino sobre el evangelio. Jesucristo hizo lo mismo delante de Pilatos, siendo torturado él mismo, y no precisamente para dar un balón de oxígeno al Imperio Romano.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de julio de 2005